domingo, 1 de octubre de 2023

11. Recuerdo de los últimos momentos de Álvaro de Luna.

 


  

Robert de Molesme, Alberico y Esteban Harding, fundadores de Citeaux, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2132076


Fray Alfonso de Quiriales



El monje cisterciense Alfonso de Quiriales del monasterio de Santa María de Valdeiglesias, (en el término de San Martín de Valdeiglesias, propiedad del condestable, y que mantenía un litigio con él por habérselo vendido a bajo precio, según los monjes) que estuvo en Valladolid los días 2 y 3 de junio de 1453, escribió un informe de lo que vio en la plaza Mayor, una vez degollado y decapitado el maestre de Santiago. Este iba elegantemente vestido como era su costumbre y también en aquella ocasión en su cita con la muerte. “(…) e tenia un balandran de chamelote turquesado raso vestido, enforrado de armiños marinos, e unas botas bueltas calçadas: e un pañizuelo blanco en el tronco del pescueço con que le cobijaron los ojos: e la cabeça alta fincada en el clavo de la vara. La cara facia el cuerpo. E dejimos un Responso.” (1)

El balandrán era un abrigo largo y ancho, en este caso de lana de camello azul turquí, o sea muy oscuro, forrado de armiños probablemente teñidos de azul oscuro también. Las botas vueltas eran las que una vez calzadas la parte de arriba, más ancha, se doblaba hacia afuera. Evidentemente el condestable se había arreglado con su buen gusto habitual con ropa rica y hermosa.

El monje de Santa María de Valdeiglesias junto con fray Alfonso de Urueña y otros dos monjes de la Espina (monasterio de Santa María de la Santa Espina) fueron después al convento de San Francisco para ver a fray Alfonso de Espina y al guardián (probablemente otro fraile con ese cargo) que les dijo cómo la noche víspera de la muerte, “(…) Alfonso de Espina le havia confessado de secreto. Pero de las fablas que fueron después entre todos tres, el Guardian dijo al sr Maestre que descargase su conciencia. E el Maestre respondio, que no podia, que estaba todo turbado e que no era en su seso.” Preguntado por cargos contra iglesias y monasterios, además de algún caso concreto, el maestre añadió: “(…) e que toda su conciencia (assi de lo memorado como de lo olvidado) encargaria al Rey nuestro señor.” (2) 

 

 

Fachada del monasterio de San Francisco, dibujo de Ventura Pérez, siglo XVIII, Valladolid, derribado en 1836, https://es.wikipedia.org/wiki/Convento_de_San_Francisco_(Valladolid)#/media/Archivo:Valladolid_Portada_Convento_san_Francisco_Ventura_P%C3%rez_lou


Si la noche anterior el ánimo del maestre se encontraba turbado, la mañana siguiente después de vestirse impecablemente, “E otro dia muy en amaneciendo, oyó misa muy devotamente, é rescibió el cuerpo de Nuestro Señor, é demandó que le diesen alguna cosa con que beviese, é traxéronle un plato de guindas, de las quales comió muy pocas, é bevió una taza de vino puro. É despues que esto fué hecho, cavalgó en una mula, (…).” (3) La crónica describe la preparación de la ejecución en la que el condestable no sólo estaba tranquilo y sereno, sino con aquella autoridad y elegancia que le habían caracterizado toda su vida. En la plaza había un gran gentío que había venido a ver su muerte y cuando algunos se pusieron a llorar, el llanto se extendió a todos los presentes. Infundía respeto y asombro que un hombre de su alcurnia y poder hubiera acabado así.

Alfonso de Quiriales había visto el cuerpo del maestre tendido sobre una alfombra en el cadalso y su cabeza clavada en un madero, para ser contemplada por todos los que acudían a la plaza Mayor. Era un espectáculo sangriento y macabro al que los hombres de aquel tiempo estaban acostumbrados. No faltaba el lado mercantilista porque había un plato para recoger monedas con que pagar su entierro por la Cofradía de la Misericordia. El hombre más poderoso de Castilla iba a ser enterrado en la ermita de San Andrés con los delincuentes ajusticiados, y su fosa tenía que ser pagada por las limosnas de los compasivos, porque el rey le había quitado todos los bienes. 


 

Entierro del condestable Álvaro de Luna, (boceto) 1858, E. Cano de la Peña, Museo Nacional del Prado, Madrid.

 

Según Gonzalo Chacón, su cuerpo fue llevado “(…) con mucha solemnidad, é acompañado de casi todo el pueblo de Valladolid. E assimismo su cabeza, despues de passados los nueve dias, fué levada en solemne aparato é compaña de mucha gente á la misma Iglesia donde el cuerpo estaba sepultado. E dende á dos meses, poco mas ó menos tiempo, fué tornado á sepultar, estando el Rey en Valladolid, en el Monesterio de Sant Francisco, é acompañandole mucha, é noble é notable compañía de Perlados, é de caballeros, é casi de quantos avia assi en la villa, como en la corte.” (4)

A partir de ahora Álvaro de Luna se verá reflejado en el espejo del amor de Juana Pimentel.

 

Notas

(1) de Foronda, Manuel, El Tumbo de Valdeiglesias y D. Álvaro de Luna, pp. 179 y 180, Boletín de la Real Academia de la Historia, tomo 41 (1902). https://www.cervantesvirtual.com/obra/el-tumbo-de-valdeiglesias-y-d-lvaro-de-luna-0/

(2) Ibidem, p. 179.

(3) Pérez de Guzmán, Fernán, Crónica del señor rey don Juan II, p. 564, Valencia, 1779.

(4) Chacón, Gonzalo, Crónica de don Álvaro de Luna, condestable de los reynos de Castilla y de León, p. 382. Edición y apéndices de Josef Miguel de Flores, Madrid, 1784.

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