Tras la muerte del condestable y la del rey Juan II, fue coronado Enrique IV, un hombre débil y manipulable, que desde muy joven se rodeaba de personajes sin escrúpulos, astutos y ambiciosos, como Juan Pacheco y otros que vendrán después, y le favorecía desmedidamente en todo lo que deseaba. Llevaba una carrera parecida a la de Álvaro de Luna, a quien seguía e imitaba, con la importante diferencia de que este siempre fue leal a Juan II y luchó denodadamente para que mantuviera la corona, mientras que Juan Pacheco traicionará a Enrique, luchará contra él, simulará con otros nobles su deposición en Ávila en 1465 y proclamarán rey a su hermanastro Alfonso, un niño entonces. Entre las apetencias insaciables del nuevo privado estaba hacerse con buena parte del patrimonio de Álvaro de Luna, a través del matrimonio de su hijo y heredero, Diego López Pacheco y Portocarrero, con María de Luna y Pimentel hija de aquel y de la condesa, que iba a tener una importante dote.
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Miniatura retrato de Enrique IV en la E de inicio de un privilegio rodado a Juan Pacheco, AHN, Nobleza, Frias,CP.34,D17 |
Juana no olvidaba que Pacheco había contribuido a la muerte de su esposo, a pesar de haber sido su deudo, criados en su casa y presentados en la corte él y su hermano Pedro Girón, por el condestable. Se negó a esa propuesta, no dejaría que su querida hija María y su dote cayeran en manos del codicioso privado, ahora preferido de Enrique IV. Después comprobaría que Pacheco seguiría persiguiendo su objetivo, quería el patrimonio y título de su casa; podrá salvar a su hija, pero con su nieta no podrá evitarlo, porque por medio estaba el poder del rey Enrique, que para complacer a su privado pasará por encima de los derechos de Juana y utilizará la difamación y la mentira para confiscarle los bienes y quitarle la tutela de su nieta con una fórmula despreciable e impropia de un rey.
La condesa empezó a buscar cómo impedir que Pacheco casara a su hijo con María. La casa de los Mendoza era muy poderosa y rica y también tenía mala relación con el privado del rey e incluso con este. En 1458 había fallecido el primer marqués de Santillana, Íñigo López de Mendoza, y había heredado el título Diego Hurtado de Mendoza. Juana tenía lazos familiares con ellos a través de su bisabuelo, Pedro González de Mendoza, que también lo era del actual marqués. Hay autores que destacan el interés de los Mendoza por hacerse con el patrimonio de Álvaro de Luna como explicación de esta boda, (interés que desde luego existiría) pero no recuerdan en sus textos esa relación parental que en las casas nobles era un lazo importante para acordar matrimonios y que incluía el aspecto patrimonial. Además de ese parentesco, había relación con los Luna y por tanto con Álvaro, pues Brianda de Luna había sido la primera esposa de Diego Hurtado de Mendoza segundo marqués de Santillana, y era hija de María de Luna, tía del condestable, y de Juan Hurtado de Mendoza y Castilla. Así que no era nada extraño que quisieran casar a sus hijos.
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Boda de María de Berry y Felipe de Artois, 1393, Crónicas de Jean Froissart, escritas entre 1373 y 1400, The British Library, Harley MS 4380, f 6r. |
Ambos hablaron del matrimonio: María de Luna y Pimentel con el heredero Íñigo López de Mendoza, un joven muy culto de parecida edad a María, buen guerrero y amante de las letras y las artes como su abuelo. En aquellos días la condesa se encontraba en Guadalajara, y las negociaciones con el marqués habían llegado a un acuerdo, por lo que se reunieron para firmar la escritura de capitulaciones el 21 de marzo de 1459. Y el día 30 volvían a encontrarse para continuar con la formalidad, primero en Guadalajara y después en Ayllón que era patrimonio del condado de San Esteban, ahora de su nieta y que Juana controlaba como tutora. Al mismo tiempo, como señora de Montalbán, con Diego Hurtado de Mendoza y Juan de Luna y Mendoza, alcaide de Soria, y sobrino de Álvaro de Luna, firmaban una confederación nobiliaria y pleito homenaje para su cumplimiento, (1) porque necesitaban apoyarse frente a las maquinaciones de Juan Pacheco y la conducta del rey.
Juana Pimentel y Diego Hurtado se comprometían a pedir dispensa de matrimonio al papa por la consaguinidad de los novios, que eran familia por parte de los Luna y los Mendoza. Las condiciones eran propias de dos familias de la alta nobleza, Juana aportaba 1000 vasallos que rentaban 200.000 maravedíes al año, y daría a su hija 30.000 florines en ajuar y joyas. El marqués daba a su hijo otros 1000 vasallos asentados en la villa de Saldaña y su tierra, con renta de 400.000 maravedíes anuales o en otras villas que no fueran de mayorazgo; y en concepto de arras daría a la novia 600.000 maravedíes, además de ropas y objetos necesarios para su adorno, y se haría ante Pedro González de Mendoza, obispo de Calahorra, tío de Íñigo, y realmente cabeza y jerarca de la casa de los Mendoza, y Juan de Luna, el sobrino del condestable, que permanecía fiel a su familia y actuaba con el cariño y la dedicación de un hijo.
El marqués fundaría un mayorazgo a favor de Íñigo antes del matrimonio, con las villas y heredamientos que él había recibido de su padre y que abarcaba un riquísimo patrimonio en los alrededores de Guadalajara, Madrid, Álava, Castilla y Asturias de Santillana. (2) El proyecto era que el matrimonio se celebrase al año siguiente de 1460, pero las circunstancias cambiaron y les obligaron a llevarlo a cabo de otra forma.
El acuerdo de boda fue conocido por Juan Pacheco que inmediatamente presionó al monarca para que interviniera. La mano del valido estará detrás de las decisiones que va a tomar el rey, el privado estaba furioso con el compromiso de matrimonio de María de Luna y Pimentel e Íñigo López de Mendoza, no quería perder la oportunidad de conseguir a la hija, y trató de impedirlo.
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Enrique IV de Castilla, parte de miniatura de Itinerarium de G. von Ehingen, Wurtemberg Land Bible,cod.hist.qt.141. S.85,
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Primero se dedicó a convencer a Enrique IV de lo desleal y peligroso que era Juan de Luna y Mendoza, sobrino del condestable, que gobernaba la administración de los bienes de la nieta de aquel, ayudaba a la familia en cualquier servicio que necesitara, y en ese momento se encontraba en aquellos territorios. La ambición por aquel patrimonio y su título le reconcomía. Resulta vergonzoso y sorprendente que por la influencia del privado, Enrique IV moviera lo que movió, yéndose en abril a Ayllón a detener por falsas acusaciones, a Juan de Luna a quien amenazó de condena de muerte, (3) que no sólo acató al rey sino que se comprometió a devolver castillos y villas que administraba en nombre de la condesa de San Esteban, A primeros de mayo se firmaban las capitulaciones entre Juan de Luna y el rey sobre las fortalezas que aquel le entregaba. (4)
Amonestó a Juana, que se encontraba también en Ayllón con su hija y su nieta, criticando su forma de llevar la tutela de esta, y le advirtió de que se la quitaría si no se enmendaba. Juana se había marchado a sus tierras allende los puertos mandada por el rey. Allí poco después fue cercada por orden del monarca porque había enviado cartas dando órdenes contra ella, al mariscal y al alcaide de los alcázares de Toledo para que cercaran, combatieran y tomaran por la fuerza los castillos de la Puebla de Montalbán, La Adrada, Arenas y Castil de Bayuela, todos pertenecientes a la condesa. Los argumentos del rey son teatrales, faltos de contenido, realmente estaban dictados por la ira de su mayordomo mayor Juan Pacheco. La condesa de Montalbán estuvo cercada por el mariscal Payo de Rivera y el alcaide de los alcázares de Toledo con gentes de aquella ciudad y sus tierras, hasta que después del compromiso de Juana, el 6 de mayo Enrique ordenaba a los cercadores dejarla salir libre de la fortaleza a ella y a sus dependientes. (5) En una real provisión de la misma fecha manda que se le devuelvan todas las fortaleza, villas y lugares que le había sido confiscadas por su orden. (6) También le enviaba una cédula en la que le prometía y aseguraba sobre su real palabra a ella, a su hija María y a su nieta Juana que no le serían tomadas sus casas, fortalezas, villas y lugares. (7)
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Puerta Rabanera, Soria, España sus monumentos y arte, Nicolás Rabanal, dibujos a pluma: Isidro Gil, 1889, https://bibliotecadigital.jcyl.es/catalogo_imagenes/grupo.do?path=10065732 |
En el castillo de Alfaro, donde había seguidores de Juan de Luna y Mendoza y del fallecido condestable, se rebelaron al saber que el rey lo había detenido, y este tuvo que mandar a dos de sus vasallos para que fueran a combatirla. Ya en Soria, de la que Juan de Luna y Mendoza poseía la tenencia de la ciudad y la fortaleza, y era su vasallo, guarda mayor y miembro del consejo real, Enrique pretendía que fuera ajusticiado, por lo que el noble le entregó todas las propiedades de la pequeña condesa de San Esteban de Gormaz de las que él era gobernador y le hizo pleito homenaje de servirle y obedecerlo. El 20 de mayo en Soria el rey finalmente perdonaba a sus seguidores que se habían levantado en Alfaro. (8) A continuación para quitarle de en medio, porque era un estorbo para el proyecto de su valido, lo desterró y tuvo que partir para el reino de Aragón.
El 9 de junio el monarca y el marqués de Villena, Juan Pacheco firman unas capitulaciones con Juana Pimentel por las que entre otros acuerdos el rey le hace merced de las fortalezas de Montalbán, Arenas y La Adrada. (9) No acabarían aquí los problemas que el valido provocará a Juana, que tendrá que seguir luchando por defender a su nieta y a su patrimonio.
Otro conflicto pendiente, en este caso en la casa de los Mendoza, volverá a aparecer. En 1441, tiempos de Juan II, el condestable Álvaro de Luna le había sugerido que diera la villa de Guadalajara al príncipe Enrique, para quitársela a su enemigo Íñigo López de Mendoza que andaba enfrentándosele con maquinaciones en los bandos nobiliarios. Mendoza resistió el envite y no lo permitió, tomando él la fortaleza de Alcalá la Vieja (hoy de Henares) que pertenecía al arzobispo de Toledo, hermanastro de Luna, que este sitió y le quitó. Como Íñigo cambiaba de bando según sus intereses, tiempo después su participación a favor del rey en la batalla de Olmedo le facilitó el marquesado de Santillana y el ducado del Real de Manzanares. La posesión de Guadalajara quedó en suspenso para Enrique.
Y en este otoño de 1459 volvía a resurgir como forma de humillar al II marqués de Santillana por comprometer a su heredero con la hija de Juana Pimentel. Enrique IV mandó tomar la villa, donde las tropas fueron ayudadas por algunos caballeros de Guadalajara. Como el rey se acercara hacia allí con más gentes de armas, Diego Hurtado de Mendoza salió y fue a refugiarse con su familia en el castillo de Hita, también de su propiedad. Cuando Juana conoció la noticia comprobó que el rey y su privado estaban dispuestos a realizar cualquier maniobra con tal de obtener sus deseos.
En marzo de 1460 el monarca se presentó en Guadalajara, y obligó al marqués, que había regresado a su palacio, a darle el alcázar de la villa. Era también un castigo instigado por el mismo manipulador, y según Francisco Layna le hacía salir de la ciudad por un tiempo. Para evitar la boda entre los dos jóvenes, el rey “(…) puso guarniciones propias en los castillos de la condesa de Montalbán so pretexto de intervenirlos transitoriamente, pero en rigor para evitar alguna mala pasada de los Mendoza pues ya Pacheco tenía noticias del proyecto matrimonial que uniría más a ambas familias dando al traste con las ambiciones de aquél, y pasado algún tiempo hizo que don Enrique escribiese a doña Juana instándola a que consintiera la boda de su hija con Diego López Pacheco, carta que mereció una respuesta evasiva y dilatoria aunque respetuosa.” (10)
Notas
(1) Archivo Histórico de Nobleza, OSUNA,C.1860,D.9.
(2) VV.AA. Documentos sobre Enrique IV de Castilla y su tiempo, vol. 1, docs. 1294 y 1298. Dirección: Ladero Quesada, Miguel A., Olivera Serrano, César. Universidad Carlos III de Madrid, 2016.
(3) Enríquez del Castillo, Diego, Crónica del rey D. Enrique IV, pp. 31 y 32, Madrid, 1787.
(4) Archivo Histórico de la Nobleza, FRIAS,C.95,D.10-11.
(5) Ibidem, FRIAS,C.126,D.24.
(6) Ibidem, FRIAS,C.95,D.14-15.
(7) Ibidem, FRIAS,C.95,D.12.
(8) VV. AA. Documentos sobre Enrique IV de Castilla y su tiempo, vol. 1, doc. 1316. Dirección: Ladero Quesada, Miguel A., Olivera Serrano, César. Universidad Carlos III de Madrid, 2016.
(9) Archivo Histórico de la Nobleza, FRIAS,C..126,D.27-28.
(10) Layna Serrano, Francisco, Historia de Guadalajara y sus Mendoza en los siglos XV y XVI, Tomo II, p. 112, CSIC, Instituto Jerónimo Zurita, Aldus, S. A. Madrid, 1942. https://patrimoniodigital.castillalamancha.es/es/consulta/
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