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Castillo de Gormaz, dibujo a pluma Isidro Gil, España sus monumentos y artes, Soria, Nicolás Rabal, 1889, https://bibliotecadigital.jcyl.es/es/catalogo_imagenes/grupo.do?path=10065732 |
Comenzaría una nueva vida dedicada a su hija, que estaba por casar, a apoyar a su hijo en lo que necesitara, y a rehabilitar la memoria de su marido. Ahora Juana y su hijo el conde tendrán que enfrentarse a problemas de las propiedades confiscadas a Álvaro de Luna y donadas de nuevo por el rey al heredero, lo que había levantado un ambiente de resistencia en algunas villas o ciudades o la apetencia de otros nobles que deseaban tenerlas. Cuando el rey confirmó la merced de esas ciudades, Juan de Luna había enviado a su alcalde, el bachiller Fernán Sánchez de Escalona, para tomar posesión de aquellas y lo había intentado el 11 de julio. El joven conde de San Esteban de Gormaz se dirigió al rey relatando el rechazo de la ciudad de Osma a recibirle como señor, y pidiéndole que mandara a sus habitantes a acatarlo. El monarca desde Valladolid el 24 de agosto de 1453, les envió una cédula requiriéndoles que lo recibieran como su señor, bajo pena de confiscación de sus bienes. (1)
En Sepúlveda algunos vecinos habían quitado y roto la horca, como símbolo de justicia y poder por parte del conde. El 22 de septiembre el monarca ordenaba a su concejo que no pusieran impedimentos a la toma de posesión del lugar de Barahona (hoy Barahona de Fresno). (2)
Juana y su hijo se desplazaron a San Esteban porque en la vecina Osma tenían un oponente a su señorío. Desde enero de 1454 había un nuevo obispo, Pedro García de Montoya que pretendía el dominio de la ciudad, por lo que madre e hijo, “(…) por junio del año siguiente acudieron a San Esteban para avistarse con el intransigente obispo de Osma, D. Pedro de Montoya, que se negaba a reconocer el señorío de los Luna.” (3) La entrevista no debió de dar buen resultado porque el prelado mandó al alcalde Lope de Villa en su nombre para ejercer posesión y jurisdicción de ella el 28 de junio de 1454, contra la voluntad de Juan de Luna. (4)
La condesa tenía que ocuparse de los asuntos de sus propiedades, como llegar a un acuerdo sobre el paso de ganado por Escalona, concejo para el que emitía una concordia en 1455. (5) Dada la situación, el conde de San Esteban y Juana se quedaron a vivir un tiempo en la ciudad. Aunque joven, Juan de Luna poseía energía y carácter al igual que su madre, pero no tenía el poder del condestable, que nadie osaba contradecirle y si lo hacían, tanto él como el rey respondían de forma contundente a los desobedientes. Ya había muerto Juan II, y Enrique IV había heredado el trono, que llamó al obispo para que participase en su consejo, y aprovechando esa ausencia, ellos comenzaron a construir una casa-fuerte, dado que no podían utilizar el castillo en manos del obispado. Los vecinos estaban revueltos y la situación debía de ser tensa. Cuando el obispo regresó, escribió al rey Enrique, con el que mantenía muy buena relación, y se quejaba de que se estaba fabricando una casa-fuerte, que según el prelado: “(…) en perjuicio del Señorio que tenía de su Castillo, y de los vecinos de la Villa del Burgo.” (6) Por lo que el rey mandó que se parara la construcción y como afirma Loperráez, que escribe en 1788, así se encontraba todavía.
El obispo, que debía de ser ambicioso y tozudo, también pleiteaba con Juana por el lugar de Alcozar y su castillo, un lugar de la villa de Langa, que era de Juan de Luna. Pero su hijo tenía que cumplir otras obligaciones como vasallo de Enrique IV, y asistió a las sesiones de las primeras Cortes, convocadas en Cuéllar en 1454, con intención de atacar el reino de Granada, y en Ávila se aprobaron los recursos para la campaña militar del año siguiente. (7)
Juana vio cómo el joven marchaba en la expedición para la guerra de Granada y le recordó los tiempos en que el condestable partía con ese mismo destino. En abril de 1455 estaban en la Vega de Granada y, aunque los moros salían a hacer escaramuzas, el rey no permitió que los castellanos respondieran porque, dada la cantidad de enemigos, habría habido muchas muertes propias. Él lo enfocaba como una guerra de desgaste realizando talas que los empobrecieran, pero un grupo de grandes nobles no estaban de acuerdo y acordaron una trama para prender al monarca. Era una traición, comenzaban los enfrentamiento con Enrique IV, cuyo reinado será desastroso. Un hijo del marqués de Santillana le avisó, y el rey marchó a Córdoba, donde se encontraba el 20 de mayo, desbaratando así la maquinación.
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Jardines del Alcázar de los Reyes Cristianos, Córdoba, fotografía: Pilar Alarcón |
En esta expedición el conde debió de distinguirse porque en el Real de Granada en junio, cuando Garcilaso había derribado un moro y le arrebató el caballo y la adarga, “El monarca entregó éstos a Lucas de Iranzo al que armó caballero junto con don Alonso Enríquez, hijo del almirante don Fadrique y don Juan de Luna, conde de Santisteban, según el Memorial.” (8)
En junio en aquella ciudad mandó celebrar otra reunión de Cortes, donde Juan de Luna era uno de los confirmantes. (9) Y acabadas las sesiones, acudieron de nuevo a talar la Vega de Granada, y lo hacen en Moclín, Montefrío, Pinos-Puente, y montan el Real sobre Granada, estando en la zona hasta julio. Después Juan de Luna y Pimentel permaneció entre Sevilla y Jaén donde se asentaba la corte, hasta que avanzado octubre partieron para el norte, y en noviembre tenía que estar presente en Ávila, donde confirmaba privilegios del rey, y este en diciembre le confirmaba la merced concedida por Juan II de los lugares y villas de Salmerón, Alcocer, San Pedro Palmiches, Riaza, Alcázar, Santisteban, Ayllón, Barahona y otros más. (10) Así como las tercias de la ciudad de Osma. (11)
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Joven caballero en un paisaje, Vittore Carpaccio, 1510, De Vittore Carpaccio - Google Arts & Culture: Home - pic, Dominio público, https://commons.wikipedia.org/w/index.php?curid=22503538
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No sabemos si el monarca después de estos días dio licencia a Juan para celebrar la Navidad con su familia, pues el rey la pasó en Ávila. El caso es que en enero siguiente el monarca continuaba en Ávila hasta el 3 de febrero que se encontraba en Segovia, donde se quedó unos días.
Mientras tanto, la condesa tenía dificultades para ocuparse de sus señoríos “allende los puertos” (sus propiedades del Valle del Tiétar y del Alberche) desde la distancia de las tierras de Soria, las noticias con problemas o necesidades de sus villas tardaban en llegarle y ella tenía que responder desde allí. Por lo que se desplazó a Arenas. Hacía tiempo que Juan de Alarcón y Valverde había fallecido y se notaba su falta en los conventos que había fundado. De Santa María del Pilar de Arenas, ella sabía de sus carencias y escribió una carta para hacerles una donación: “Yo, la triste Condesa Doña Juana Pimentel, Señora de Montalban, por cuanto a toda persona, según su estado, es convenible cosa de facer gracias, dádivas e limosnas a las iglesias e monasterios e órdenes e ermitas e otras personas e otros lugares piadosos, porque el servicio de nuestro Señor Dios e de nuestra Señora la Virgen María en las tales casas e lugares sea aumentado e non venga en detrimento por defecto de bienes temporales necesarios al mantenimiento corporal de aquellos ministros servidores de tales iglesias e monasterios, e porque yo he mucha devoción en nuestra Señora la Virgen Santa María del Pilar, que es cerca de la mi Villa de Arenas, e porque dicho monasterio, e prior, e frailes e convento del, tengan cargo de rogar a Dios e a la dicha nuestra Señora la Virgen Santa María en sus sacrificios e oraciones por el ánima del Maestre mi señor, por Dios haya e por la vida mía e del conde Don Juan e Doña María mis fijos, después de nuestros días… hagoles en las rentas de mi villa de Arenas la donación de seis mil maravedis. Dada en la Villa de San Martin de Valdeiglesias a 12 de agosto de 1455. La Triste Condesa.” (12)
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Virgen del Pilar de Arenas de San Pedro, Ávila, https://www.bandomovil.com/arenasdesanpedro/424868 |
Según José Mayoral Fernández, (13) dos días después, es decir el 14 de agosto redactaba sus últimas voluntades donándoles una renta perpetua: “(…) encomendó a sus hijos huérfanos a la plegaria de los religiosos del monasterio de Santa María del Pilar, donándolos 8000 maravedís de renta perpetua por testamento otorgado en San Martín de Valdeiglesias en 14 de agosto de 1455.” Desconocemos si son dos mercedes diferentes, pues la fecha es dos días después de la anterior, y la cantidad es mayor, o se trata de la misma, con error de alguno de los dos historiadores.
En el invierno de 1456 que Juana se encontraba en Arenas, recibió la noticia de que su hijo estaba muy enfermo en Boceguillas, una aldea de Sepúlveda. Se dirigió hacia allí inmediatamente, pero llegó tarde, ya llevaban su cuerpo a enterrar provisionalmente en el monasterio de San Francisco de Ayllón como él había mandado en el testamento que acababa de dictar el 1 de febrero. Probablemente Juan de Luna se hallaba en la zona porque tenía Sepúveda y sus aldeas, en donde como ya vimos había vecinos levantiscos y estaría solucionando alguna cuestión cuando enfermó gravemente.
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Juana I, reina de Castilla, Francisco Pradilla y Ortíz, 1877, Museo Nacional del Prado, Madrid. |
La condesa estaba rota de dolor, su primogénito acababa de fallecer con veinte años, dejando preñada de un primer hijo a su esposa Leonor de Zúñiga. Su tiempo y sus planes se habían acabado. Juana permaneció durante unos días en Ayllón, villa propiedad de Juan, mientras llegó Leonor, que tal vez se encontraba en la corte en Segovia, Se hicieron las exequias y hablaron del traslado de su cuerpo a la capilla fundada por Álvaro de Luna en la catedral de Toledo, que se haría más adelante. Juana y Leonor vistieron de luto paños negros. Desconocemos la relación de la pareja, que sólo llevaban dos años casados, y ahora de las dos mujeres, pero el hecho es que Juan había dejado a su futura hija bajo la tutela de la abuela y no de la madre, por lo que se crio en casa de Juana, y Leonor no intervendrá en los avatares que suscitará su gran patrimonio. Poco después, la viuda se casaba en segundas nupcias con Fernando Álvarez de Toledo y Herrera, señor de Oropesa.
El obispo Pedro García de Montoya, conocedor de la muerte de Juan de Luna, y frente a una situación revuelta y levantisca de Castilla con un rey como Enrique IV, había cercado la villa de murallas y había fortalecido el castillo. Hacia junio de 1459 volvió a mandar al alcaide de su fortaleza que realizara actos de posesión y jurisdicción sobre deudas entre vecinos. (14)
Su pleito contra la condesa continuaba, aunque más adelante tendría que enfrentarse a un nuevo oponente mucho más poderoso, que gestionaba el condado de San Esteban y la ciudad de Osma en nombre de la condesa menor, nada menos que el marqués de Villena, y en ese año tenía que escribirle respondiendo a las quejas de aquel porque el prelado sobornaba a los vecinos de Osma para que se fueran a los pueblos del obispo y su iglesia.
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Pórtico iglesia de Santa María del Rivero, San Esteban de Gormaz, Soria, https://www.sanestebandegormaz.org/iglesia-de-santa-maria-del-rivero.html |
Antes de morir, Juan de Luna y Pimentel había dictado testamento y dejaba como albaceas a su madre y a su hermano Pedro de Luna y Manuel con el que tenían mucha relación y cariño, y a Juana como tutora de la hija o hijo que tuviera Leonor de Zúñiga, que estaba embarazada. La niña, llamada como ella, nació poco después de muerto su padre. La pequeña era heredera del condado de San Esteban de Gormaz y de todo su patrimonio. El obispo Pedro García de Montoya seguía tratando de hacerse con la propiedad de la ciudad de Osma y continuaba actuando como si lo fuera, impartiendo justicia y realizando actos que no le competían, pero Juana Pimentel procuraba cumplir con el papel de condesa y gestionaba aquella zona. Con respecto a San Esteban, el 8 de octubre de 1457 dictaba “(…) una sentencia arbitral sobre cuestiones de pastos entre el monasterio de la Vid y las villas de San Esteban, Cubillas y Alcozar.” (15)
Juana continuaba ocupándose del monasterio de Santa María del Pilar de Arenas y desde las tierras sorianas de San Esteban otorgaba otro testamento el 12 de julio de 1458 “(…) le encomendaba nuevamente a Nuestra Señora del Pilar, donando trigo, cebada, centeno y avena para que siempre estuviera poblado de religiosos el convento, lindante con las tierras del Colmenar, que iban a ser señorio de otro favorito, (…).” (16)
Notas
(1) Loperráez Corvalán, Juan, Descripción histórica del obispado de la ciudad de Osma, volumen III con la colección diplomática, doc. CXXVI, Madrid, 1788. https://books.google.es/books?id
(2) VV. AA. Documentos sobre Enrique IV de Castilla y su tiempo, vol. 1, doc. 632. Dirección: Ladero Quesada, Miguel A., Olivera Serrano, César. Universidad Carlos III de Madrid, 2016.
(3) Artigas y Corominas, Pelayo, San Esteban de Gormaz, p. 16. Tirada a parte del Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, Madrid, II trimestre 1932. https://bibliotecadigital.jcyl.es/es/consulta/registro.do?id=3687
(4) Loperráez Corvalán, Juan, Op. cit., doc. CXXVII.
(5) Archivo Histórico de la Nobleza, Osuna,C. 2553,D.2.
(6) Loperráez Corvalán, Juan, Op. cit., doc. CXXVIII.
(7) Enríquez del Castillo, Diego, Crónica del rey D. Enrique IV, cap. VIII, pp. 16 y 17. Madrid, 1787.
(8) Carceller Cerviño, María del Pilar, El ascenso político de Miguel Lucas de Iranzo. Ennoblecimiento y caballería al servicio de la monarquía, pp. 14 y 15, Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, julio/diciembre 2000, n.º 176, tomo I. Jaén.
(9) VV.AA. Op. cit., doc. 822.
(10) Ibidem, doc. 897.
(11) Torres Fontes, Juan, Itinerario de Enrique IV de Castilla, (1455 diciembre), p. 79. Seminario de Historia de la Universidad de Murcia, CSIC, 1953.
(12) Serrano Cabo, José, Historia y Geografía de Arenas de San Pedro, p. 43, Ávila, 1925.
(13) Mayoral Fernández, José, El municipio de Ávila, Estudio Histórico, p. 45, Ávila, 1958.
(14) Loperráez Corvalán, Juan, Op. cit., doc. CXXXIV.
(15) Artigas y Corominas, Pelayo, Op. cit. p. 16.
(16) Mayoral Fernández, José, Op. cit., p. 45.
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