jueves, 5 de octubre de 2023

4. Juana Pimentel, la condesa que desafió a Enrique IV

 
Capítulo 4. Una corte muy festiva

 


Al año siguiente en mayo, la pareja estaba en Valladolid y el condestable recibía al rey con una justa que había preparado para agasajarle, y en la que “(…) él salio con treinta Caballeros de la casa del Rey é suyos, los quince vestidos de verde, é los quince de amarillo. (…) justaron los verdes contra los amarillos, y el Rey salió por aventurero, é rompió una lanza en Diego Manrique hijo del adelantado Pero Manrique, que era uno de los mantenedores, (…).” (1) Después les ofrecía una cena a todos ellos y a otros caballeros de la corte. “(…) e a la noche el Condestable fizo mesa abierta a los cavalleros e mañana se fara una buena encamisada a los morisco (fiesta que se hacía de noche a caballo y con hachas encendidas) que la narrare a Vuestra Merced.” (2)

La cena se solía hacer antes de la puesta de sol y aunque en el día a día eran más bien frugales, con verduras y potajes, queso, pan, vino y frutas cocidas o asadas, en los banquetes regios que se daban en estas celebraciones después de justas, eran suntuosas, además de frutas y adornos de verduras se servían asados de jabalíes, venados y otras carnes con salsas especiadas, ya que demostraba el poder económico del anfitrión que podía hacerse traer especias de lejanos países y eran muy costosas. Ya existían manteles y piezas parecidas a las servilletas para el rey y los grandes nobles, y aguamaniles para las manos. La vajilla de Álvaro de Luna era espléndida, con platos, bandejas de plata, confiteros y copas de cristal con soportes de plata embellecidas con piedras preciosas o esmaltes, o copas de plata dorada muy adornadas. 

 

 

Justa en Betanzos ante Juan de Gante y Constanza de Castilla, en 1387, Crónicas de Jean Froissart, Siglo XV, https://es.wikipedia.org/wiki/Justa#/media/Archivo:Joust_John_Holland_Reginald_de_Roye

 

Cuando el rey quiso ir en romería al santuario de Guadalupe, Álvaro de Luna, que le acompañaba, le hizo una gran recepción en el castillo de Maqueda, donde le esperaba Juana, y del que había tomado posesión en junio de 1434, pues había hecho un trueque con el maestre de Calatrava, ya que era de esta Orden que la había fortalecido e instalado una encomienda. La villa estaba amurallada y tenía un potente castillo en un extremo de la muralla, estaba al sur camino de Toledo y completaba el territorio que el condestable quería poseer. Probablemente no tendría el lujo y la magnificencia de Escalona, porque su intercambio era reciente y no era residencia habitual, pero es seguro que el condestable se había encargado de dotar y acomodar sus estancias para recibir a los monarcas.

 


Catedral de Toledo, dibujos: G. Pérez Villaamil, texto: P de la Escosura, litografías: vv.aa., España artística y monumental, https://ddd.uab.cat/record/59987

 

Después, la pareja se fue a Toledo, donde el hermanastro de Álvaro de Luna, Juan de Cerezuela ya era arzobispo, por su mediación con el rey, que había forzado su elección. Querían construir una capilla panteón para la familia, “(…) é de alli el Condestable se vino para Toledo por ver una notable capilla que ende se hacía en la Iglesia mayor. (…) y el Rey y la Reyna tuviéron ende novenas, é pasadas se partiéron para Madrid, e viniéronse para Escalona, donde el Condestable les tenia aparejada gran fiesta, la qual acabada se viniéron á Madrid.” (3) Se trataba de cacerías por los bosques de la zona, banquetes con acompañamiento de músicos y bailes en el palacio de Escalona.

La sala principal lucía muy hermosa cuando Juana y Álvaro recibían a los reyes, con las paredes engalanadas con grandes tapices franceses que entonces eran muy valorados, el suelo cubierto de alfombras si era invierno o plantas aromáticas si era verano, el estrado del rey con paramento recubierto de terciopelo carmesí con el escudo de Castilla y de León, las mesas cubiertas de primorosos manteles de lino, sobre la que destacaban copas con pie de plata, con piedras preciosas o esmaltes, los aparadores mostrando las vajillas de plata y oro, la exquisitez de las numerosas bandejas y platos de asados bellamente presentados y servidos por los notables caballeros de la casa que iban ataviados muy lujosamente. Un grupo de ministriles tocaban sus instrumentos para amenizar la comida. Con todas estas celebraciones se ve el interés de la pareja por ofrecer al rey las mejores diversiones que eran de su gusto, y que esas eran las costumbres más habituales de la corte de Juan II, en cuanto era posible.

Hacia estas fechas Juana debió de quedarse embarazada por primera vez, lo que fue una gran alegría para los dos. En el último mes de la preñez permaneció en la corte que se hallaba en Madrid, para estar cerca de Álvaro y más tranquila. “Estando el Rey en Madrid en el dicho año (1435), nació al Condestable Don Álvaro de Luna un hijo que le llamaron Don Juan. El Rey él la Reyna le hiciéron gran fiesta al tiempo que fué baptizado, los quales fuéron padrino é madrina, é con ellos el Conde de Castañeda Don Garcifernandez Manrique é doña Beatriz hija del rey Don Dionis: é baptizolo el Obispo de Osma Don Pedro nieto del Rey Don Pedro, que despues fué Obispo de Palencia: é hízose la fiesta en la casa de Alfonso Álvarez de Toledo Contador mayor, donde el Condestable posaba: é allí comiéron el Rey é la Reyna con el Condestable, é despues de comer se hizo gran danza, é se dió colación á todos los Caballeros é Gentiles-Hombres que ende estaban. El Rey dió á la Condesa muger del Condestable un rubí, é un diamante de valor de mil doblas.” (4) El pequeño fue bautizado el domingo 3 de julio por Pedro, obispo de Osma y nieto del rey Pedro I.


 

 
Baile alegre, Roman de la rose, Oxford Bodleian Library, MS Douce 364, f. 83, https://es.wikipedia.org/wiki/Roman_de_la_Rose#/media/Archivo:BodleianDouce364Fol8rRomanRoseMirthGladnessLeadDance.

 

 

El médico de la corte del rey Juan II, Fernán Gómez de Cibdarreal escribió numerosas cartas a personajes relevantes de la nobleza y prelados narrando hechos y añadiendo detalles que ilustran bien la etapa convulsa que se vivía. Asiste al bautizo del hijo de Juana y Álvaro de Luna y y cuenta a Fernando Álvarez de Toledo los bailes que se dieron: “(…) aca somos de festexos e alegrias ca fue solemne el baptiço del Condestable ca por el rey le llamaron Juan fueron su señoria e la reyna el padrino e madrina e tambien la infanta doña Beatriz fixa del rey don dionis e gar çi fernandez conde de Castañeda e a la noche en la posada de Alonso alvarez de toledo contador mayor del rey se fizo una buena zanbra morisca e otros bayles e una danza francesa e se dio colaçlon (colación) de pasta ato dos muy anplamente (…).” (5)

Antes del bautizo treinta caballeros de la casa del rey vestidos de blanco y treinta de la del condestable vestidos de amarillo, jugaron cañas. Después “(…) las fiestas fueron en la posada del Condestable, con el qual aquel dia comieron el Rey é la Reyna. E levantadas las mesas ovo muchas danzas, juegos e instrumentos de músicas: é se dieron muchas colaciones, non solamente á los caballeros que con el Rey eran; mas á los que por las calles las querian tomar.” (6)

En este tiempo que el gobierno del reino estaba en manos de Álvaro de Luna y caballeros de su confianza colocados en los puestos clave, el monarca va de fiesta en fiesta, porque al marcharse de Madrid, fue a Buitrago, villa de Íñigo López de Mendoza, que le había pedido que fuese porque quería “hacer sala” (dar espléndidos banquetes y otras diversiones y regocijos al rey y a toda la corte).


Castillo de Buitrago de Lozoya, propiedad de Íñigo López de Mendoza, I marqués de Santillana, https://buitrago.org/turismo/lugares-de-interes-patrimonio-medieval



Con motivo de la entrevista entre Juan II y su hermana María, reina de Aragón, en Soria en 1435, se realizaron también grandes festejos, con justas, danzas y momos, además de ricos banquetes. Muchos actos implicaban esa ostentación, una competición para ver quien ofrecía las más elegantes y suntuosas, por lo variadas, complejas y de larga duración. Después el condestable en Alcalá de Henares, villa de su hermano Juan de Cerezuela como arzobispo de Toledo, brindaba otras fiestas al monarca, y en la capital toledana con justas, toros y danzas, en agosto de 1436. Pero no sólo fueron festejos porque en Guadalajara el condestable, que era quien realmente gobernaba, convenció al rey de realizar unas ordenanzas y leyes para los oficiales relacionados con la justicia en todos sus niveles de las ciudades y villas, que se publicaron y enviaron por todo el reino. (7)



Notas


(1) Pérez de Guzmán, Fernán, Crónica del señor rey don Juan II, p. 343, Valencia, 1779.

(2) Gómez de Cibdarreal, Fernán, Centón Epistolario, Epístola lxii, p. 399, Edición e
introducción de Lola Pons Rodríguez, Lemir 20 (2016).

(3) Pérez de Guzmán, Fernán, Op. cit. p. 347.

(4) Ibidem, p. 353.

(5) Gómez de Cibdarreal, Fernán, Op. cit. Epístola lxviii, pp. 402 y 403.

(6) Chacón, Gonzalo, Crónica de D. Álvaro de Luna condestable de los reynos de Castilla y de León, pp. 128 y 129. Edición y apéndices por Josef Miguel de
Flores, Madrid, 1784.

(7) Pérez de Guzmán, Fernán, Op. cit. pp. 357, 359 y 361.

 











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